31.8.10

EL DILEMA: SE MALCRIAN O NACEN MALCRIADOS.

Cuando los hijos por la separación de los padres se distancian, se les dice que son malcriados ? Aun cuando no todos, entonces influye en la educación de la persona que queda a su lado?
 ¿Son niños malcriados? Los jóvenes que lo padecen no tienen conciencia. No es que no sepan lo que está bien y lo que está mal, sino que, directamente, no les importa. Estos chicos tienen muchos más problemas que los demás para percibir y sentir las emociones morales.
-¿Por ejemplo? -La compasión, la empatía, el amor, la responsabilidad Estas emociones son necesarias para desarrollar vínculos poderosos con la gente. Es el sentimiento de 'tú me importas' y de 'yo noto que te importo'. En base a esa relación de afectividad, los niños adoptan las normas y los valores que sus padres les transmiten: evitan determinadas conductas porque saben que les provocarán un disgusto.
-¿No basta con poner límites? -No. La mayoría de la gente cree que los niños se moldean como si fueran de arcilla, lo cual es mentira. Se suele decir con frecuencia que la educación lo es todo, y eso no es cierto. Está claro que la educación es muy importante; sin embargo, las personas vienen al mundo con un 'equipamiento biológico'. Es como los críos que tienen dislexia, no les puedes enseñar a leer en el mismo tiempo que a los demás. Esto es igual. Biológicamente, tienen una deficiencia en su capacidad para percibir emociones.
-Pero se culpa a los progenitores. -Lo cual es una injusticia, porque se ignora que la gente tiene una estructura biológica determinada. Los propios padres creen que sus hijos serían diferentes si los hubiesen educado de otro modo. Y en estos casos, es un error.
-¿Cómo llegan estos padres a su trabajo? -Vienen preocupados, generalmente con vergüenza y con miedo. Desconocen las causas de lo que les ocurre y se sienten como en un callejón sin salida. A veces son insultados, amenazados y vejados por sus hijos durante años, pero lo callan. No dicen nada.
-¿Por qué? -Si denuncian lo que les pasa, recibirán el estigma de padres negligentes, malcriadores o permisivos. Hacerlo es reconocer su fracaso como educadores y eso muy duro.
-También ha de serlo llevar a un hijo ante un juez. -Por supuesto, y la inmensa mayoría no lo hace. No se atreven y es comprensible. Antes de llegar a los juzgados, pasan por multitud de cosas, desde acudir a psicólogos privados, psiquiatras, amigos de la familia y sacerdotes, hasta apoyar económicamente la independencia de su hijo. Cuando la situación se vuelve insostenible, llegan a decir: «Mira, te alquilo un piso y vives ahí. Vendrás a comer a casa y punto».
-La adolescencia suele ser una etapa complicada. ¿Cómo distinguir la 'rebeldía normal' de la que no lo es? -Hay algunos indicadores para ello. Existen tres o cuatro cosas que los padres deberían observar.
-¿La primera? -El arrepentimiento. Hay que ver si los chicos lamentan algo de una manera genuina, porque muchos de ellos sólo dicen que lo sienten cuando son presionados para hacerlo. Los jovenes con este síndrome admiten su culpa por obligación, y después de haber soltado múltiples mentiras y engaños.
-¿Qué tipo de mentiras? -Un niño reprendido por su profesor por no llevar los deberes podría decirle: «No se los traigo porque en mi casa ocurre algo muy grave. Mi madre es una mujer muy nerviosa, muchas veces me castiga y no puedo dormir en la cama. Duermo encerrado en un armario».
-¿Hasta ese punto llegan? -Sí, éste es un caso real. Hacen cualquier cosa con tal de salirse con la suya y no reconocer sus fallos.
-¿Qué más es preciso observar? -Las relaciones que mantienen con los demás. Pueden ser muy crueles y comportarse con una enorme frialdad, tanta que no desarrollan afectos auténticos. Si alguien deja de servirles, pueden tratarle de una manera tremenda y simplemente decir: «Es un mierda». Se desentienden por completo.
-Relaciones utilitarias. -Correcto. Y otra característica muy importante es la dificultad para aprender de la experiencia. Les puedes castigar veinte veces por lo mismo, que lo seguirán haciendo. Sus conductas van dirigidas a cumplir metas, nada más. No tienen interés en recordar pasados, castigos o problemas. Tan sólo intentarán ser más listos para que no les vuelvan a pillar.
-¿Todos los afectados por este síndrome se comportan igual? El joven intentará vivir a costa de sus padres sin que le exijan nada a cambio, igual que un parásito. No sigue la vida familiar, se relaciona con gente que le pueda facilitar dinero, empezará y abandonará distintas carreras Es el típico joven que a los 22 años está en tu casa y no hace nada. Así son los casos más suaves.
-Inquieta preguntar cómo son los otros. -La gravedad de los síntomas aumenta. Hay amenazas, insultos muy graves, abusos psíquicos constantes... La madre es quien más sufre la violencia y suelen decirle cosas muy crueles. «Eres una fracasada», «con razón mi padre ni te habla», el acoso es permanente.
-Dan donde más duele. -Los casos más extremos registran agresiones graves e, incluso, el parricidio. El caso de la ballesta fue muy famoso en Tarragona. El crío mató a su padre metiéndole una flecha en la frente. Cada año, hay dos o tres episodios de este tipo.
-¿Cómo se alcanza ese extremo? -No es habitual que un niño pase de una relación normal a dar una paliza. Los comportamientos aparecen de manera progresiva y sutil, y los padres se van amoldando a la situación. Justifican a sus hijos, creen que «ya se les pasará» y que «no volverá a ocurrir». Entre otras cosas, acaban pensando así porque los intentos que hacen por obtener ayuda tampoco suelen dar resultado.
-¿En qué se convierten los 'hijos tiranos'? -Generalmente se transforman en agresores de mujeres, parásitos sociales, mujerzuelas o acosadores en el trabajo. Es gente muy resentida porque el mundo no se ajusta a sus necesidades.

Fuente:  Dr. Vicente Garrido