9.9.12

¿Deberían los médicos tratar la inactividad física como una enfermedad?


La inactividad física afecta la salud, no sólo de muchos pacientes obesos, sino también de personas con peso normal, tales como los empleados de oficina, los pacientes inmovilizados durante períodos largos por una lesión o cirugía, y las mujeres que deben tener reposo en cama prolongado durante el embarazo, dice el Dr. Joyner. La inactividad física prolongada puede hacer que uno pierda el estado físico y presente amplios cambios estructurales y metabólicos, por ejemplo: aumento excesivo de la frecuencia cardíaca al realizar alguna actividad física, atrofia ósea o muscular, mengua en el rendimiento físico y menos volumen sanguíneo.
Cuando las personas con mal estado físico intentan hacer ejercicio, se cansan más rápido y sienten mareos y otras molestias, por lo que dejan de intentarlo y descubren que el problema empeora en lugar de mejorar.
“Mi argumento es que la inactividad física es la raíz de muchos de los problemas comunes que actualmente enfrentamos”,  “Si se la convirtiese en una enfermedad, igual que ocurrió con las adicciones, los cigarrillos y demás, se podría desarrollar algún tratamiento, así como terapias de por vida enfocadas en modificar el comportamiento y la actividad física. 
Entonces, sería posible tomar medidas para la salud pública, como ocurrió con el tabaquismo, la conducción en estado de embriaguez y otras cosas, a fin de restringir la inactividad física y promover la actividad física”.
Varias enfermedades crónicas se vinculan con la incapacidad de hacer ejercicio, entre ellas, la fibromialgia, el síndrome de cansancio crónico y el síndrome de taquicardia ortostática postural, que también se conoce como STOP y consiste en un síndrome marcado por una frecuencia cardíaca excesiva al ponerse de pie o llegar a un determinado nivel de ejercicio. Lo más frecuente es recetar un medicamento en lugar de ejercicio progresivo.
Los investigadores del Hospital Presbiteriano de Salud de Texas en Dallas y del Centro Médico Suroccidental de la Universidad of Texas descubrieron que el entrenamiento físico durante tres meses es capaz de revertir muchos síntomas del síndrome de taquicardia ortostática postural. 
Dicho estudio les ofrece esperanza a estos pacientes y muestra a los médicos que deberían considerar recetar ejercicio controlado antes de medicamentos.
Si la inactividad física se tratara como una enfermedad en lugar de simplemente la causa o consecuencia de otras afecciones, los médicos podrían tener más consciencia sobre la importancia de recetar ejercicio guiado, y entonces se desarrollarían otros programas formales de rehabilitación que incluyan terapia cognitiva y conductual.
El Dr. Joyner recomienda que quienes llevan una vida sedentaria e intentan hacer ejercicio, lo hagan de manera lenta y progresiva. “No se trata de lanzarse de nuevo a la pista e intentar entrenar para una maratón; se empieza con metas alcanzables y se avanza poco a poco”.
No es necesario inscribirse en un gimnasio ni tener un entrenador personal, sino hacer la máxima cantidad de actividad posible en la vida diaria. Caminar aunque sólo sea 10 minutos tres veces al día puede ayudar mucho para llegar a los 150 minutos semanales de actividad física moderada que un adulto normal necesita.