Cuando los habitantes de un país dependen del número terminal de la
cédula para comprar artículos de primera necesidad, de la captahuella
para obtener comida, del chip para llenar el tanque de gasolina, del
ecograma, partida de nacimiento o de la presencia del propio bebé para
adquirir pañales, de informe médico para comprar fórmulas lácteas, de la
inscripción en farmacias para comprar medicinas, es porque algo está funcionando terriblemente mal.
Cuando las restricciones en el cupo de viajero hacen imposible viajar, y
Conatel bloquean a su antojo las páginas, servidores y plataformas,
sumado a la lentitud de la velocidad de conexión con Internet de CANTV y
a la suspensión de llamadas al exterior (falta de divisas) de las
telefonías privadas el aislamiento como país es total.
Cuando se
excluyen de todas las universidades del país a los mejores graduandos de
bachillerato por el simple hecho de no vivir en un rancho con techos de
zinc y letrinas, se está pensando más con el corazón que con la cabeza.
Ese cupo ofrecido a estudiantes paupérrimos, beneficiará a muy pocos de
ellos, porque éstos no tienen los conocimientos requeridos y fracasarán
frente a las exigencias del sistema, de allí la exagerada deserción en
la carrera de médicos comunitarios. Al mismo tiempo, la medida
perjudicará a muchos otros que sí están preparados para afrontar el
reto.
Cuando el gobierno es dueño de todos los medios de producción y
comercialización de la totalidad de los productos de consumo del país,
pero no produce nada y tiene que importarlo todo, porque 80 por ciento
de las empresas expropiadas están quebradas por mala gerencia, es signo
evidente de que algo está horriblemente mal.
Cuando en una nación,
sus maestros, profesores y médicos ganan menos que el salario mínimo,
significa que es el preludio de la pauperización de la clase
profesional, la cual que se ve obligada a abandonar el país. La fuga de
cerebros es alarmante 4.000 solicitudes de certificación de documentos
para estudios en el exterior llegan semanalmente sólo a la UCV. Los
traductores oficiales de documentos no se dan abasto. Cuando casi la
mitad de un país escoge migrar si pudiera, es el gobierno causante de la
desgracia el que debe largarse.
Que oiga quien tiene oídos…