19.7.15

Aquí no se come carne

Quién carrizos iba a pensar en aquella época donde nada nos faltaba, que este jueguito tan infantil y tan inocente algún día se convertiría en realidad.

La gran diferencia es que en antaño las cosquillas las hacían nuestros padres, tíos, abuelos y hermanos y nos hacían felices; ahora nos meten la mano, no en las axilas, sino en la cartera, para convertir nuestros bolívares en míseros billetes con los cuales ya nada se puede comprar y que de seguir con esta horrenda y premeditada devaluación terminaremos llevándolos en carretilla cuando vayamos a comprar la comida al abasto, no de la quincena o de la semana, sino la del día; y ya eso es mucho decir.

Esta gracia la realiza el “big brother”, es decir, el Gobierno -según Orson Wells-, quien tiene las narices metidas en todo, pero que, al ocuparse tanto de “la vida de los otros”, termina por no enterarse a tiempo de que un vecino pequeño, pero muy avispado y asesorado tras barbas, se mete en nuestro territorio, da permisos para explotación de nuestro petróleo y otros minerales estratégicos.

Tampoco, ocupados como están en hacer maromas para que el tiempo se alargue y los hermanitos Castro puedan realizar su capitulación ante occidente sin problemas, les preocupa la situación del pueblo venezolano, cada día más cerca de la hambruna, que tantos economistas han predicho.

Este gobiernucho está mal, muy mal. Es más que evidente su incapacidad para salir del atolladero en el que ellos mismos se han metido, con una ceguera y una terquedad suicidas.
Lo malo es que viéndose perdidos, son incapaces de rectificar, de dar un giro. No tienen valor para ello, y han llegado muy lejos en su culto a Chávez. Insisten en su política de arrase total.

Actúan siguiendo el verso popular: Que se venga el mundo abajo / que se convierta en abismo / a mí me importa muy poco / a mí me importa lo mismo. 

Lo importante para ellos es mantener el poder aun cuando Venezuela se convierta en cenizas. Lo malo de todo es que el cartón de huevos ya se vende en algunos sitios a Bs 700, y sube; la carne a 1.300, y la inflación vigoriza al dólar y pone raquítico al bolívar.

Yo, la verdad, no sé de agujas porque María es la que cose, pero sí sé que cuando el estómago relincha es porque ya está pegado al espinazo...
No existe distracción que valga. Aquí no se come carne, pero en Miraflores y otros sitios se come puro lomito.

La buena vida se nota, y ya la alta dirigencia chavista luce como una banda de buenos y acomodados burgueses.

Mientras, el pueblo, come carne importada que es puro pellejo.
El que tenga ojos que vea.