¿Los venezolanos queremos a nuestro país?
Hace un tiempo, estaba charlando con una
pareja de amigos, vinieron a pasar
una semana en Venezuela.
Me comentaban que estaban impresionados por la violencia, el desorden
y la inseguridad que se sentía en Caracas, lo cual les intimidaba; y de
repente me preguntaron: ¿Carlos, qué hace un tipo como tú en
Venezuela?
Les prometí que se lo explicaría a su regreso, después del recorrido
turístico que iban a hacer, ya que era tarde y todavía tenía que
hacerles algunas recomendaciones. Tomé una hoja y les escribí.
Cuando estén en el muelle de Puerto Ayacucho, y antes de abordar el
peñero, tómense un cuarto de hora para disfrutar de una vista imponente,
donde el gran Río Orinoco es atravesado por pintorescos “peñeros”. Eso
sí; agarren el de Jairo, sólo él sabe cómo hacer el recorrido para que
la visión de los raudales rápidos más anchos del mundo, sea un recuerdo
que se lleven a la tumba, y se convertirá en una de las imágenes más
bellas que han visto en su vida. En esa taguara que les recomendará
Jairo, no olviden comerse el bocón en hojas de plátano cocinado a la
leña acompañado con una ensalada indígena de mañoco, o un sancocho a
base de palometa y bocachico. Y acepten el reto de echarle el picante a
base de bachacos, hecho por los indígenas.
No se olviden de pedir que los lleven al parque Tobogán de la Selva,
una roca que con el pasar de los años se pulió con las aguas,
adquiriendo forma de tobogán. Es bien largo y termina en una piscina
natural. Por supuesto, no dejen de visitar el tepuy más alto que está
en el pico la Neblina; un espectáculo único.
¿Un solo día en Mochima recorriendo cien mil hectáreas de playas e
islas? Si ese es todo el tiempo del que disponen, al menos pásense por
las más bellas: Chimanas, Mono, Picuda Grande, Caracas, Venado y
Borracha. Eso sí, duerman en la posada “Gaby”, ubicada dentro del Parque
Nacional. De noche acuéstense boca arriba, miren el cielo estrellado y
quédense así unos minutos. Miren bien el reloj, ya que al menos habrán
transcurrido un par de horas. Una vez que estén en Puerto Píritu (un
pueblito de pescadores), no olviden en la mañanita pedirle a la negra
Jacinta que les prepare las arepitas de chicharrón con juguito de
parchita o lechosa (ambos son excelentes). Al mediodía no se pierdan el
lebranche recién pescado por su esposo, y de nuevo en la noche miren
fijamente el firmamento y observarán la caída constante de estrellas
fugaces. ¡Ojo, no hace falta pedir deseos! Este sitio les leerá el
pensamiento. No exageren con la Polarcita fría; y levántense bien
tempranito, para que vean un amanecer inolvidable y sobrecogedor.
¡Importante que no olviden probar los tostones de plátano con queso!
La próxima vez tienen que venir con más tiempo para visitar la Isla
de Coche, Los Roques, Salto Ángel, Morrocoy, Coro, Los Llanos, Apure, la Gran sabana,
etc. Tienen para unos cuantos viajes más.
Al regreso de estos amigos, yo me encontraba de viaje, y me
dejaron en un sobre la hoja con mis anotaciones, y en la cual
escribieron lo siguiente: ¿Qué hacemos nosotros en Suiza? Carlos;
¡Quédate en Venezuela!