19.7.16

Cuando nos Insultamos Nosotros Mismos

  Muchos; al igual que yo, nos identificamos con los grandes líderes, llegándolos a considerar hasta grandes héroes. Activistas que expusieron su humanidad pagando con cárcel, siendo violentado y ultrajado su condición de ser humano. Mientras que otros, fueron sentenciados a prisión de por vida. Personalidades, que a lo largo de la historia desarrollaron una labor crucial en la lucha por los derechos civiles y políticos, por las reivindicaciones sociales; de manera pacífica, y en la moderna historia de la no violencia, ganándose  el respecto, la admiración y la honorabilidad de sus seguidores. En donde tenemos a: Martin Luther King, Nelson Mandela, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Jóvito Villalba Gutiérrez, Rómulo Betancourt, Carlos Andrés Pérez Rodríguez  y Hugo Rafael Chávez Frías; aunque  pocos no lo consideren como tal.
        Así como surgieron estos Héroes y líderes de reconocida trayectoria, en ciertas oportunidades aparecen en la fauna política, en las comunidades, en los sectores populares y hasta en los condominios; algunos individuos que se creen llamados a ostentar el mando a pesar de sus mediocres cualidades para el liderazgo. Personas que se creen líder,  pero, que critican, desmotivan, crean ambientes inconformes, de conflictos, alguien que busca rodearse de personas de fácil manipulación, que está solo por su interés personal, destruye y está en contra de los equipos de trabajos pro activos, creando bandos y posterior genera los conflictos. Se cree un líder por decir que hacer. Pero, que en ningún momento se colocan al frente. No muestran su rostro. Sino que se mantienen ocultos; peor que una sombra. Con voz de mando para insultar con palabras malsonantes, ofender y sabotear; lo cual no es protestar. Considerándose,  como una muestra de muy mala educación e incluso de poca inteligencia.
        Señores, en el clima organizacional; el analfabestia es el seudo-líder cuya sensibilidad cultural, doctrinal y política es similar a la de la piedra pómez; esa, de color grisáceo, muy porosa y áspera. Literalmente, es más bestia que la tierra que ara, que prepara para el cultivo, cree que con golpes violentos y fuertes que le dan al aire, a alguien o contra algo y cuatro palabras bien dichas, su movimiento triunfará, impondrá sus ideas y mandatos. No entiende grandes cosas de la política y su primitivismo ideológico ha surgido de muy pocas lecturas. Apenas lee. Más que hablar, escupe frases inconexas.
        Por lo tanto, escucha con atención cuando alguien insulta y analiza si el insulto no le queda mejor a quién lo hace que a quién se dirige. Casi siempre así es. Por esa misma razón no hay que insultar a nadie, porque estaríamos delatándonos.
        Los perros heridos siempre muerden, las personas lastimadas siempre insultan.