17.8.19

Y TUVE QUE ACEPTAR...

Que no sé nada del tiempo…
que es un misterio para mí
y que no comprendo
la Eternidad

Yo tuve que aceptar
que mi cuerpo NO sería inmortal
que él envejecería
y un día se acabaría.

Que estamos hechos de
recuerdos y olvidos;
deseos, memorias,
residuos, ruidos,
susurros, silencios,
días y noches,
pequeñas historias
y sutiles detalles.

Tuve que aceptar 
que TODO es pasajero
y transitorio.

Y tuve que aceptar
que vine al mundo
para hacer algo por él, para tratar de dar lo mejor de mí, para dejar rastros positivos de mis pasos antes de partir.

Yo tuve que aceptar
que mis padres
no durarían siempre
y que mis hijos
poco a poco, escogerían su camino y proseguirían ese camino sin mí.
y tuve que aceptar
que ellos NO eran míos, como suponía,
y que la Libertad de ir y venir es también un Derecho Suyo.

Yo tuve que aceptar
que todos mis bienes
me fueron confiados
en préstamo, que no me pertenecían
y que eran tan fugaces como fugaz era mi propia existencia en la Tierra
y tuve que aceptar
que los bienes quedarían
para uso de otras personas cuando yo ya no esté por aquí.

Yo tuve que aceptar
que barrer mi acera
todos los días
no me daba garantía
de que era propiedad mía,
y que barrerla
con tanta constancia
sólo era una fútil ilusión de poseerla.

Yo tuve que aceptar
que lo que llamaba “mi casa”
era sólo un techo temporal,
que un día más, un día menos
sería el abrigo terrenal
de otra familia.
y tuve que aceptar
que mi apego a las cosas, sólo haría más penosa
mi despedida y mi partida.

Yo tuve que aceptar 
que los animales que quiero,
y los árboles que planté,
mis flores y mis aves
eran mortales.

Ellos no me pertenecían. 
En realidad nada ni nadie.
Fue difícil,
pero tuve que aceptarlo.

Yo tuve que aceptar
mis fragilidades,
mis limitaciones y
mi condición de ser mortal de ser efímero.

Yo tuve que aceptar 
que la Vida continuaría sin mí
y que al cabo de un tiempo
me olvidarían.

Humildemente confieso
que tuve que librar
muchas batallas
para aceptarlo.

y tuve que aceptar
que no sé nada del Tiempo que es un misterio para mí.

Que no comprendo la Eternidad
y que es muy poco lo que sabemos sobre Ella.

¡Tantas palabras escritas,
tanta necesidad de explicar, entender y comprender este Mundo y la Vida que en él vivimos!

Pero me rendí y
acepté lo que tenía que aceptar
y así dejé de sufrir.

Deseché mi orgullo y
mi prepotencia
y admití que la Naturaleza
trata a todos
de la misma manera,
sin favoritismos.

Yo tuve que desarmarme
y abrir mis brazos
para reconocer la Vida como es.

Reconocer que
todo es transitorio,
y que funciona
mientras estemos
aquí en la Tierra.

¡Todo esto me hizo reflexionar
y aceptar. Y así alcanzar la paz tan soñada!

La Vida es un regalo maravilloso

que se te ha brindado... ¡Haz de este Viaje algo Único y Fantástico!