23.10.11

El Accidente Cerebro Vascular (ACV)

El Accidente Cerebro Vascular (ACV), embolia, trombosis o ictus es una enfermedad que afecta a los vasos sanguíneos que suministran sangre al cerebro que es ocasionada por la edad, la historia clínica familiar, el grupo étnico o el sexo.

Estos factores de riesgo, sin embargo, pueden ser cambiados, tratados o modificados.

Sus causas

Edad avanzada. Pasados 55 años de vida, cada década vivida dobla el riesgo de padecer un ictus. No obstante, esto no quiere decir que las personas jóvenes no puedan sufrir de este mal. 

El género. Se producen, más o menos la misma cantidad de ACV en los dos sexos. No obstante, más de la mitad de las muertes se producen en mujeres.

La herencia familiar y grupo étnico. El riesgo de sufrir una embolia es mayor si alguna persona de la familia lo ha padecido. Los negros tienen más riesgo de muerte y de padecer discapacidades más grandes que los blancos, en parte debido a que la presión sanguínea elevada tiene más incidencia en ellos y este problema es un factor de riesgo importante de sufrir un ictus.

Haber sufrido un ACV actualmente. Una vez sufrido un accidente cerebro vascular las posibilidades de padecer otro, aumentan considerablemente.

Presión sanguínea elevada. Es el factor de riesgo que mejor predice el ictus. De hecho, otros riesgos dependen de éste. Muchos científicos opinan que la mejora en los tratamientos de esta patología es una razón clave para explicar la bajada acelerada del número de muertes por la afección.

Fumar. Los estudios demuestran que fumar cigarrillos es un factor importante de riesgo. La nicotina y el monóxido de carbono dañan el sistema cardiovascular de varias formas. El uso de anticonceptivos orales sumado al tabaquismo incrementa en gran medida el riesgo de ictus.

Diabetes mellitus. Este padecimiento es un factor de riesgo independiente y está relacionada en gran medida con la presión sanguínea elevada. Aunque la diabetes se puede tratar, padecerla incrementa el riesgo de sufrir un ACV. Los diabéticos suelen tener también el colesterol alto y sobrepeso, lo que aumenta todavía más sus riesgos.

Enfermedad de la arteria carótida. Estas arterias del cuello proveen al corazón de sangre. Una carótida dañada por la aterosclerosis puede bloquear el vaso y provocar un coágulo de sangre, que puede causar un ictus. El diagnóstico de este problema lo realiza el médico escuchando con su estetoscopio en el cuello y detectando un sonido anormal.

Enfermedad cardiaca. Un corazón enfermo aumenta el riesgo de sufrir un ACV. De hecho, las personas que padecen problemas cardiacos tienen el doble de posibilidades de padecer este problema. La fibrilación atrial (el latido rápido y descoordinado de las cámaras cardiacas superiores) aumenta particularmente el riesgo de ictus. El ataque al corazón también es una de las causas de muertes más frecuentes en los supervivientes de un ACV.

Ataques isquémicos transitorios. Se los conoce como mini ACV que producen síntomas similares, pero no daños que perduran.

Contador de glóbulos rojos alto. Un incremento moderado o importante del número de glóbulos rojos también es un indicador importante de ictus. La razón es que los glóbulos rojos provocan que la sangre se espese, lo que puede provocar coágulos más fácilmente.

La estación del año y el clima. Las muertes por ictus ocurren con más frecuencia con temperaturas extremadamente frías o calurosas.

El consumo excesivo de alcohol puede aumentar la presión sanguínea, la obesidad, los triglicéridos, el cáncer y otras enfermedades, causar fallos cardíacos y en consecuencia provocar un ACV. 

Tomar drogas por vía intravenosa aumenta el riesgo de ictus debido a un émbolo cerebral. El uso de cocaína también se ha relacionado fuertemente a esta patología, ataques de corazón y varias complicaciones cardiovasculares. Estos problemas se han dado, incluso, cuando se ha consumido por primera vez cocaína.

Síntomas

Son de inicio súbito y de rápido desarrollo y causan una lesión cerebral en minutos. Con menos frecuencia, un ACV puede ir empeorando a lo largo de horas, incluso durante uno o dos días, a medida que se va gangrenando un área cada vez mayor de tejido cerebral (ictus en evolución).

Por lo general, esta progresión suele interrumpirse, aunque no siempre, dando paso a períodos de estabilidad en que el área de tejido necrosado deja de crecer de forma transitoria o en los que se observa cierta mejoría.

En función del área del cerebro afectada pueden producirse muchos síntomas diferentes como adormecimiento o debilidad repentina en la cara, el brazo o una pierna, especialmente en uno de los lados del cuerpo.

Confusión repentina, dificultad para hablar o para entender.

Repentina dificultad para andar, mareo, pérdida de equilibrio o coordinación

Problemas repentinos para ver en uno o los dos ojos

Dolor de cabeza repentino sin que se conozca la causa. Cuando el ACV afecta a la región izquierda del cerebro, la parte afectada será la derecha del cuerpo y la izquierda de la cara, pudiéndose dar alguno o todos los síntomas siguientes:

Parálisis del lado derecho del cuerpo. Problemas del habla o del lenguaje. Estilo de comportamiento cauto, enlentecido. Pérdida de memoria. Si por el contrario, la parte afectada es la región derecha del cerebro, será la parte izquierda del cuerpo la que tendrá problemas: Parálisis del lado izquierdo del cuerpo. Problemas en la visión. Comportamiento inquisitivo, acelerado y pérdida de memoria

Tipos

Dos problemas. ACV isquémico e ictus hemorrágico.

Isquémico. Los vasos están obstruidos dentro. Los coágulos causantes del problema se denominan trombos cerebrales o embolismo cerebral. Causado por una obstrucción del vaso sanguíneo. Este problema se suele producir por el desarrollo de depósitos de grasa en los muros del vaso, lo que se denomina ateroesclerosis. Los depósitos de grasa provocan dos tipos de obstrucción: La trombosis, que es un coágulo que se desarrolla en el mismo vaso sanguíneo cerebral, y el embolismo, el coágulo se desarrolla en otra parte del cuerpo, generalmente en las grandes arterias de la parte superior del pecho, el cuello o el corazón. Una porción del coágulo se desprende y viaja por el flujo sanguíneo hasta que encuentra un vaso que es más pequeño que éste, bloqueándolo.

Hemorrágico. El vaso se rompe, lo que provoca que la sangre se derrame en el cerebro. Al entrar la sangre comprime el tejido cerebral. Existen dos subtipos de este tipo de ictus, la hemorragia intercerebral y la sub-aracnoidea. Sucede cuando se rompe un vaso sanguíneo débil. Existen dos tipos de estos vasos débiles que provocan ictus hemorrágicos: los aneurismas y las malformaciones arteriovenosas.

Un aneurisma es una región inflada o debilitada de un vaso sanguíneo, si no se trata el problema crece hasta que el vaso se rompe.

Malformación arteriovenosa. Es un grupo de vasos sanguíneos formados de manera anormal. Cualquiera de estos se puede romper.

Ataques isquémicos transitorios: las condiciones indicativas de un ictus isquémico se presentan durante un pequeño periodo de tiempo, y se resuelve por sí solo a través de mecanismos normales. Es un indicativo potente de un ictus, por lo que cuando se produce, hay que tomar medidas para evitar un ataque más serio.

Diagnósticos

Habitualmente, el médico puede diagnosticar un ictus por medio de la historia de los hechos y de la exploración física. Esta última contribuye a que el médico pueda determinar dónde se localiza la lesión cerebral.

También se realizan pruebas de imagen como una tomografía computadorizada (TC) o una resonancia magnética (RM) para confirmar el diagnóstico, aunque dichas pruebas sólo detectan el ictus cuando han transcurrido unos días del mismo. Una TC o una RM son también eficaces para determinar si un ictus ha sido causado por una hemorragia o por un tumor cerebral. El médico puede realizar una angiografía en el caso poco probable de que se plantee la posibilidad de una intervención quirúrgica.

Es especialmente importante determinar si éste se ha producido por un coágulo (embolia) que se alojó en el cerebro o por la obstrucción de un vaso sanguíneo debido a una aterosclerosis (aterotrombosis).

En efecto, si la causa es un coágulo o una embolia es muy probable que ocurra otro ictus, a menos que se corrija el problema subyacente. Por ejemplo, si se están formando coágulos en el corazón debido a una frecuencia cardíaca irregular, ésta debe tratarse a fin de prevenir la formación de nuevos coágulos que pudieran causar otro ictus. En esta situación, el médico suele realizar un electrocardiograma (para detectar una arritmia) y también puede recomendar otras pruebas de estudio del corazón. 
Éstas pueden ser una monitorización Holter, un electrocardiograma continuo durante 24 horas y una ecocardiografía que valora las cavidades y las válvulas del corazón.

Las demás pruebas de laboratorio se hacen para confirmar que el ACV no fue causado por una carencia de glóbulos rojos (anemia), un exceso de glóbulos rojos (policitemia), leucemia o una infección.

En ocasiones se hace una punción lumbar después de un ACV. Prueba que se lleva a cabo sólo si el médico está seguro de que el cerebro no está sujeto a demasiada presión, ello ordinariamente requiere una TC o una RM.

La punción lumbar es necesaria para comprobar si existe una infección cerebral, para medir la presión del líquido cefalorraquídeo o para determinar si la causa del ictus ha sido una hemorragia.

Tratamientos

El tratamiento es distinto según el origen del ACV. En todo caso, hay algunos pasos que hay que seguir para mejorar la supervivencia:

Reconocer rápidamente los signos y síntomas del ictus, anotando cuando ocurren por primera vez.

Activar con rapidez los servicios de emergencia. 

Transporte rápido de emergencia y prenotificación al hospital. La mejor forma de llegar al hospital es mediante estos servicios, puesto que advertirán cuanto antes al servicio de urgencia del hospital.

Comenzar el cuidado y la evaluación del paciente durante el transporte al hospital.

Recibir el diagnóstico y el tratamiento rápidamente en el hospital para que esté bajo vigilancia intensiva. 

En ocasiones se debe recurrir a la cirugía para eliminar el coágulo que bloquea las arterias del cerebro.

Cuando el ictus ya haya pasado, el tratamiento depende de las incapacidades que le hayan quedado al paciente. 



Fuente: diarioantorcha/blogger.com