9.8.16

La Venezuela de Hoy

Hoy llegué a una esquina a esperar el autobús. En el sitio estaba  una mujer macilenta  que cargaba a una niña. Enfrente, en plena acera del otro lado, estaba un hombre borracho orinando como si en su casa fuera, con el machete saludando a todo el mundo.

El tipo, cuando terminó de remojar el piso, parte de sus pantalones y sus manos, cruzó como si fuera un vals la calle y se acercó a la mujer. Con algo de Pinga asomada en su cremallera abierta. Se detuvo balbuceando no sé que disparate, se metió la mano en uno de los bolsillos y sacó unos tres o cuatro billetes de cien, se acercó tambaleándose a la mujer y diciéndole cuchi- cuchi a la niña le estampó los billetes en una manita a la pequeña. La mujer sonreía, el borracho luchaba por su equilibrio y la niña miraba los billetes.

Acto seguido el borracho sacó otros billetes y se los ofreció a la niña. Ni corta ni perezosa la Mujer se los sacó de la mano como loro que mira fruta madura. El borracho siguió en su cuchi-cuchi y con las manos llenas de machete, de orine, de mierda y sabe Dios que porquerías más, le pellizcó los cachetes a la niña y le acarició varias veces el rostro.

El autobús, de esos que tosen humo y con cojines que hieren los orgullos, llegó. La Mujer y la niña subieron, y tras ellas el Borracho, con su bragueta abierta y su vals solitario.

Yo me quedé esperando otro Autobús. Tal vez llegaría uno en donde la Dosis de lo que es Ahora Venezuela no me fuese tan grande.